TAU

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Guido Dettoni, presente en Asís desde el año 2000 con su exposición MARIA, a finales de 2004 sintió la necesidad de dar cuerpo a este signo, liberándolo de su condición estética de letra del alfabeto para descubrir en él la corporeidad de Cristo en un momento de elevación, casi de vuelo.

En su estudio de Asís, Guido Dettoni descubrió su TAU modelando la cera en sus manos, oscilando entre la vista y la ceguera para dejar que el cuerpo emergiera en la realidad. Luego lo reprodujo en madera a su altura original de 17 cm, y en 2005 lo amplió a dos metros, esculpiéndolo en madera de tilo para exponerlo el 30 de abril de ese mismo año en la Basílica Superior de San Francisco de Asís con motivo del concierto «El abrazo del Tau” de Giuseppe Magrino o.f.m.

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En 2006, el TAU se trasladó en la iglesia de Santa María delle Rose en Asís para integrarse en la exposición permanente MARIA.

El color ocre claro del tilo recordaba a los frescos de Giotto en la Basílica y en la nueva ubicación, Dettoni quiso oscurecerlo para evocar el color del hábito franciscano.

En 2008, las Hermanas Franciscanas de la Fundación Regens-Wagner de Dillingen   instaló en su sala de meditación en el Convento de San Damián en Augsburgo, Alemania, una réplica de la TAU de 50 cm de altura, tallada en madera de tilo.

En 2019, las hermanas franciscanas del convento de Bonlanden en Alemania encargó al artista una copia del TAU de 2 metros de altura tallado en madera de tilo y una ampliación en mármol rojo de Verona de la obra MARIA.

Una capilla en el monasterio en la Casa Faustin-Mennel ee acomodó para alojarlos. En él se instalaron las dos esculturas en 2021.

Poema escrito en catalán por Carles Duarte y Montserrat
inspirado en la escultura TAU de Guido Dettoni della Grazia
Junio 2016

TAU

Desde el pasado,

desde el anhelo de imaginar,

de la magia de la voz escrita,

desde la letra convertida en símbolo,

desde la forma en que confluyen,

en un vuelo sagrado,

el impulso hacia el zenit

y el umbral sin fin del horizonte,

desde el tiempo renaciendo a cada gesto,

en todas las miradas.

Semilla fecunda y sueño,

cuerpo de la luz,

cruz que preserva y salva,

clave del destino,

Tau,

puerta y cobijo.

Abraza, el cuerpo, la tierra,

la vida cincelada por las manos

reanuda el primer paso,

su antiguo camino

desde su origen.

Se funde en él para ser.

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Ezequiel 9:4 (Biblia Wycliffe)

4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de [the]las abominaciones que se hacen en medio de ella.

Thaw () es la última letra del alfabeto hebreo, Tau (T) es la decimonovena del alfabeto griego.
El TAU es símbolo de salvación. En la visión de Ezequiel (Ez 9:4) es la señal marcada en la frente de los que tendrán que salvarse y se vincula al «sello del Dios vivo» que el ángel debe imprimir en la frente de los salvados en el juicio final, descrito en el Apocalipsis (Ap 7:2-3).
San Francisco, durante su vida secular estuvo vinculado a la comunidad religiosa de San Antonio abad y ermitaño al auxilio de los leprosos (fundada en 1095). Llevaban una cruz TAU, que se convirtió en el símbolo de San Antonio (251 – 356 DC),
pero su simbolismo adquirió un significado aún más profundo para Francisco cuando, en 1215 Inocencio III promovió una gran reforma de la Iglesia católica, y pudo escuchar el sermón del Papa en la apertura del IV Concilio de Letrán, que contenía la misma exhortación que el profeta Ezequiel en el Antiguo Testamento (Inocencio III, Sermo VI [PL 217, 673- 678]. Esta visión simbólica, utilizada por el mismo Papa que había aprobado la nueva comunidad de Francisco sólo cinco años antes, fue inmediatamente aceptada como una invitación a la conversión. Por su carga simbólica y espiritual, Francisco también utilizó el TAU para su comunidad (fundada en 1209). Grande era su amor y su fe en este signo, como escribe San Buenaventura de Bagnoregio en la Vida de San Francisco de Asís (Legenda maior, cap. IV, 9).

Icónico, según el Glosario de términos artísticos del MOMA:

tener el carácter de un icono, es decir, un símbolo importante y duradero, un objeto de gran atención y devoción